
Llega la hora de ir a casa; el hijo se sube al vehículo y se escucha un portazo, “algo no anda bien”, llega la pregunta —¿Qué tal ha ido tu día?—.
Se oye un simple —“bien” —.
Continúan las preguntas —¿Qué hiciste? ¿Te dejaron tareas?, ¿Por qué estás enojado?—
Y así comienza el disparo de preguntas volviendo ese recorrido una entrevista donde los sí, no, no sé y los mmjmm se hacen presentes con la mirada puesta en una pantalla…
La incomodidad, el enojo e incluso la frustración están presentes…
¿Se le hace familiar este escenario?
“No se trata de lanzar preguntas y ya, se trata de entablar un diálogo haciendo la comunicación bidireccional y no solo un monólogo”.
Piense por un momento ¿Qué hace de diferente usted cuando conversa con sus amigos a como cuando conversa con su hijo? ¿Le hace preguntas a su amigo tipo interrogatorio?
— ¿Qué comiste, a qué hora llegaste, te levantaste temprano? —
Normalmente no nos comunicamos así; con amigos no es solo “pedir información”, es compartir experiencias y hablar de los intereses, gustos, novedades, incluso confidencialidades y solemos escuchar sus opiniones.
¿Qué pasaría si traslada ese esquema de comunicación a la conversación con su hijo? ¡Sería interesante!
- No es solo pedir información, los intereses importan: como padre quiere obtener datos; a él o ella no le interesa darlos; genere un diálogo en donde los intereses del adolescente se hagan presentes y ahí en la fluidez de la conversación usted obtendrá la información que busca. ¿Conoce usted los temas de interés de su hijo? Lo animo a ser más observador y a aprender un poco más de esos temas para entablar una mejor conversación.
- Escuche para comprender y no solo para responder: “Papá, mi amigo se fue de fiesta, llegó tarde a casa y…”– (suele haber una interrupción por parte de papá) – ¡Tu amigo es mala influencia, es un vago, no tiene límites, va a parar mal ese muchacho!
Con una respuesta así; ¿tendrá su hijo nuevamente la confianza de contarle una situación similar o incluso de pedirle permiso para salir con sus amigos?, creo que no. Probablemente sintió un juicio drástico, desaprobación, frustración y miedo a decir algo más.
En ocasiones sentarse y solamente escuchar esa historia, anécdota, chiste, o situación son un preámbulo para que su hijo se sienta atendido, dando la pauta de que cada vez que se acerque a contar algo va a ser escuchado con atención. No es lo mismo escuchar para comprender un mensaje cargado de emociones que impacientarse para “dar un consejo, regaño o juzgar”.
- Su opinión es importante, compartan experiencias: haga a sus hijos partícipes de las situaciones de casa, de los cambios que pudiesen avecinarse, de las nuevas adquisiciones o pérdidas. Sentirse parte de algo genera seguridad y confianza, y seguramente llegado el momento, sus hijos lo va a hacer partícipe de sus decisiones y su opinión de padre será relevante.
Viva un día a la vez, y disfrute de esta maravillosa etapa de la adolescencia, el valor agregado de manera bidireccional es una bendición para padres e hijos, que Cristo sea el vínculo y fuerza de unión en su hogar; ser padre no es fácil, pero es un regalo de Dios.
A los jóvenes, exhórtalos a ser sensatos. Con tus buenas obras, dales tú mismo ejemplo en todo. Cuando enseñes, hazlo con integridad y seriedad, y con un mensaje sano e intachable. Así se avergonzará cualquiera que se oponga, pues no podrá decir nada malo de nosotros. Tito. 2:6-8